Durante el próximo quinquenio se hará más evidente la necesidad de administrar competentemente el flujo de la inversión foránea para ocasionar el ágil crecimiento del turismo y su ascendente aporte a la economía nacional. Tradicionalmente los gobiernos de la región han creado excusas, en su mayoría anotadas a factores externos, para cubrir sus rotundos fracasos en estos menesteres.
La habitual excusitis oficial en el gobierno del cambio se transmuta en un término inaceptable. Rememoro de mis días como cadete en la Academia Militar de Valley Forge que categóricamente nos inculcaban que no prevalecían excusas bajo ninguna circunstancia para no hacer las cosas bien la primera vez. Así, cuando un compañero se presentaba a una formación mañanera sin haberse rasurado y un oficial le cuestionaba al respecto, si su respuesta era otra que “no tengo excusas, señor” sufría a guisa de remembranza un castigo agriamente mayor al que incurriría en circunstancias normales.
Con ello deseamos transmitir el mensaje que se hace necesario un cambio de actitud. De eso trata la metamorfosis en el liderazgo político que ampliamente favorecimos en las urnas. Aspiramos que en el timonel del Estado, el Presidente Martinelli administre la cosa pública tan rentable y eficazmente como sus negocios particulares. Intrínsecamente ello implica un viraje en nuestra desenvoltura.
Tuve la distinción de participar recientemente como expositor invitado en el simposio Panamá: Dos Continentes, Un Millón de Oportunidades, evento acaecido durante la Feria EIRE (Expo Italia Real Estate) en el ultra moderno recinto Fieramilano, en Milán, Italia.
El evento fue inaugurado, como atañe al protocolo vigente, por el Embajador de Panamá en Italia, Don Eudoro (Tito) Jaén Esquivel, quien razonó un fecundo recuento histórico del istmo que hábilmente esgrimió para ilustrar a la amable audiencia, en su mayoría inversionistas Europeos y de latitudes propincuas, sobre nuestras excepcionales bondades.
Acto seguido, presentamos nuestra disertación Perspectivas del Turismo en Panamá, resaltando en laminas enaltecidas de extravagantes parajes istmeños tal trasfondo, nuestros numerosos tipos de turismo y sus sublimes particularidades. Sorprendió poderosamente la presentación a la selecta audiencia primero porque no atesoraban una imagen de Panamá como la que exhibimos y segundo por nuestra actitud henchida de positivismo, muy a pesar de las crudas realidades de otras latitudes y nuestra ratificación que Panamá continuará su vertiginoso crecimiento, entre otras, por su privilegiada situación estratégica mundial.
Nuestro estado anímico e impecable compostura es la percepción que más comercializa a Panamá como el mejor sitio de inversión en el mundo. Es un tema de actitud. Durante la sesión de preguntas y respuestas, y las múltiples reuniones posteriores con muy interesados inversionistas no encontramos excusas ni espacios para el fracaso.
Muchos de ellos han invertido e incurrido fuertes pérdidas en el espejismo del oasis de Dubái y empiezan a vislumbrar a Panamá como la alternativa viable. Sus valiosas inversiones permitirán que el Presidente Martinelli ejecute sus promesas de un Panamá mejor para todos, el fiel cumplimiento de su plan de gobierno y algo más allá: la erradicación de la ignominiosa excusitis que nos mantiene anclados a un terco tercermundismo al que jamás hemos debido haber pertenecido. El autor es especialista en turismo.
La habitual excusitis oficial en el gobierno del cambio se transmuta en un término inaceptable. Rememoro de mis días como cadete en la Academia Militar de Valley Forge que categóricamente nos inculcaban que no prevalecían excusas bajo ninguna circunstancia para no hacer las cosas bien la primera vez. Así, cuando un compañero se presentaba a una formación mañanera sin haberse rasurado y un oficial le cuestionaba al respecto, si su respuesta era otra que “no tengo excusas, señor” sufría a guisa de remembranza un castigo agriamente mayor al que incurriría en circunstancias normales.
Con ello deseamos transmitir el mensaje que se hace necesario un cambio de actitud. De eso trata la metamorfosis en el liderazgo político que ampliamente favorecimos en las urnas. Aspiramos que en el timonel del Estado, el Presidente Martinelli administre la cosa pública tan rentable y eficazmente como sus negocios particulares. Intrínsecamente ello implica un viraje en nuestra desenvoltura.
Tuve la distinción de participar recientemente como expositor invitado en el simposio Panamá: Dos Continentes, Un Millón de Oportunidades, evento acaecido durante la Feria EIRE (Expo Italia Real Estate) en el ultra moderno recinto Fieramilano, en Milán, Italia.
El evento fue inaugurado, como atañe al protocolo vigente, por el Embajador de Panamá en Italia, Don Eudoro (Tito) Jaén Esquivel, quien razonó un fecundo recuento histórico del istmo que hábilmente esgrimió para ilustrar a la amable audiencia, en su mayoría inversionistas Europeos y de latitudes propincuas, sobre nuestras excepcionales bondades.
Acto seguido, presentamos nuestra disertación Perspectivas del Turismo en Panamá, resaltando en laminas enaltecidas de extravagantes parajes istmeños tal trasfondo, nuestros numerosos tipos de turismo y sus sublimes particularidades. Sorprendió poderosamente la presentación a la selecta audiencia primero porque no atesoraban una imagen de Panamá como la que exhibimos y segundo por nuestra actitud henchida de positivismo, muy a pesar de las crudas realidades de otras latitudes y nuestra ratificación que Panamá continuará su vertiginoso crecimiento, entre otras, por su privilegiada situación estratégica mundial.
Nuestro estado anímico e impecable compostura es la percepción que más comercializa a Panamá como el mejor sitio de inversión en el mundo. Es un tema de actitud. Durante la sesión de preguntas y respuestas, y las múltiples reuniones posteriores con muy interesados inversionistas no encontramos excusas ni espacios para el fracaso.
Muchos de ellos han invertido e incurrido fuertes pérdidas en el espejismo del oasis de Dubái y empiezan a vislumbrar a Panamá como la alternativa viable. Sus valiosas inversiones permitirán que el Presidente Martinelli ejecute sus promesas de un Panamá mejor para todos, el fiel cumplimiento de su plan de gobierno y algo más allá: la erradicación de la ignominiosa excusitis que nos mantiene anclados a un terco tercermundismo al que jamás hemos debido haber pertenecido. El autor es especialista en turismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario